lunes, 2 de noviembre de 2009

Antes de trazar, normalizar. Ventajas ‘colaterales’.

Hay un aspecto de la implantación de un sistema de trazabilidad del que se oye hablar poco o más bien nada cuando, desde mi punto de vista, su importancia es capital. Por eso me gustaría dedicarle al menos este comentario.

Normalmente el debate sobre la trazabilidad se centra en las ventajas que el sistema puede ofrecer de cara a la protección del consumidor y a combatir amenazas como las falsificaciones. En el otro platillo de la balanza se suelen poner los costes de implantación y la reducción que la inclusión de operaciones de trazabilidad puede provocar en el rendimiento de los procesos productivos actuales.

Sin embargo ¿es segura esta reducción en la productividad de los agentes? ¿No existen factores que la compensen y puedan incluso mejorar el rendimiento general del sistema?

Cualquiera que haya estudiado mínimamente los requisitos necesarios para desarrollar e implantar un sistema robusto y fiable de trazabilidad, convendrá conmigo en que, independientemente de las características generales del mismo, hay un apartado que no admite discusión: la definición y normalización de los datos contenidos en los sistemas de marcaje de las unidades y la de la información que será transmitida telemáticamente entre los agentes (directamente o a través de un sistema central).

Este último punto puede despertar más dudas si uno se atiene a las exiguas pruebas que se han llevado a cabo en España y que se limitaban a transmisiones de información de los agentes al sistema central. Se puede afirmar pese a ello, que el establecimiento de un sistema viable, eficaz y eficiente de trazabilidad requerirá un mucho mayor grado de interconexión entre los participantes y un flujo constante de información.

Actualmente está perfectamente regulada la información que debe portar el embalaje exterior de los medicamentos lo que asegura su normalización y facilita su gestión. En su momento, esta regulación se modificará para incluir los nuevos campos de información y el formato que se determine para los mismos.

Donde no existe tanta uniformidad es en la presentación de las unidades logísticas (cajas, palés, etc.) que contienen las anteriores en distintos niveles de agrupación y que son las que se manejan fundamentalmente en los procesos de distribución.

Aunque algunas de las propuestas que se manejan actualmente propugnan un marcaje limitado a las unidades de menor nivel, esto se debe a que realmente no proponen un sistema de trazabilidad sino tan sólo un mecanismo antifalsificación. Un sistema de trazabilidad completo requerirá la identificación y el marcaje de cualquier unidad que puede ser tratada de forma independiente. Sobre este tema comentaré algo más en un futuro comentario.

Al visitar un centro de distribución, una de las cosas que primero llaman la atención es la enorme disparidad de formatos en las unidades que se reciben de los distintos fabricantes. Desde aquellos en los que el contenido de las unidades, homogéneo, está perfectamente definido y es accesible a través del marcaje exterior mediante su lectura por medios automatizados de acuerdo a estándares de amplia difusión (AECOC – GS1) a otros en los en los que el contenido de las unidades es heterogéneo y no ofrece los mecanismos necesarios para su tratamiento automatizado.

De igual forma, mientras que determinados fabricantes han desarrollado y establecido con los distribuidores sistemas EDI para el intercambio telemático de información, una parte muy importante está aún lejos de estos niveles de integración.

Es fácil deducir que la gestión logística se simplifica notablemente cuando se establecen mecanismos normalizados como los mencionados y no cuesta imaginar las enormes mejoras que se obtendrían si su aplicación fuera generalizada y uniforme.

De igual modo, en las oficinas de farmacia, la inclusión del lote y la fecha de caducidad como parte de la información que se puede leer automáticamente, reduciría notablemente el proceso de recepción de las unidades y posteriormente se mejorarían los procesos de logística inversa.

Estas son sólo algunas de las ventajas que traería la implantación de un sistema de trazabilidad desde el punto de vista de mejora de los procesos de distribución. No se trataba de hacer un análisis intensivo de las mismas (que podría extenderse al control de inventarios, la facturación, etc.), sino tan solo de resaltar que a determinados aspectos derivados de dicha implantación no se les está prestando la atención suficiente.

La conclusión sería que el sistema de trazabilidad puede aportar numerosas mejoras, no sólo en la protección del consumidor, sino en los propios procesos de los agentes participantes en el mercado que deben empezar a valorarse.

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