miércoles, 4 de noviembre de 2009

Libre comercio y regulación de precios. El comercio paralelo.

Estaba repasando la información sobre el piloto que estos días desarrolla la EFPIA en Suecia cuando me he encontrado con un artículo sobre el comercio paralelo en el sector farmacéutico y las batallas judiciales que se están produciendo alrededor del mismo. Esta coincidencia me ha recordado que la implantación de un sistema de trazabilidad depende de factores que van mucho más allá de la elección de Datamatrix o RFID.

Aunque no es mi intención valorar aspectos que se salgan del ámbito técnico, creo que es importante fijarse en algunas características del comercio y la circulación de medicamentos en Europa para entender determinadas posiciones adoptadas por los agentes del sector.

Por un lado, mientras que en algunos países el precio es libre y se establece mediante criterios competitivos y de mercado, en otros países como España existe una regulación que fija los precios máximos. Esto lleva a que determinados productos puedan llegar a tener un precio varias veces superior en un país respecto a otro.

Por otra parte, en virtud de las leyes de libre comercio, los medicamentos pueden ser exportados por agentes distintos del fabricante y sin contar con éste. Esto implicaría procesos de reestuchado para adaptar el producto a los requisitos del mercado al que se destinan (ya volveremos en otra ocasión sobre este tema).

Estos dos factores unidos son la causa del conflicto. Un distribuidor puede comprar a menor precio favorecido por la regulación de los países que limitan los precios y vender más caro en los mercados libres. El fabricante sufriría importantes pérdidas al trasladarse parte de sus ventas de los mercados de precio más alto a aquellos donde estos son inferiores.

Aunque mis datos están un poco obsoletos pueden servir para hacerse una idea la magnitud de este tema. En el año 2002 en el Reino Unido el 20% del producto vendido procedería de las exportaciones paralelas, en Holanda un 14%, en Dinamarca y Suecia un 10% y en Alemania un 7%. La mayor parte del producto, tendría como origen países donde se registran los precios más bajos como España o Grecia. Hay un interesante estudio de la LSE sobre este tema.

El desarrollo de productos farmacéuticos tiene unos elevadísimos costes fijos, la mayoría de los cuales no se derivan de su producción, sino del proceso de investigación ($90 MM en 2005 o $14/persona en el mundo) necesario para obtenerlos y que sean aprobados. Esto justifica que la mayor parte de los laboratorios que basan su negocio en el desarrollo de nuevos fármacos, tengan un carácter multinacional y que, en aquellos países en los que el precio esté regulado, estén dispuestas a vender más barato para compensar parte de los costes de desarrollo.

Parece lógico también que los fabricantes busquen mecanismos para reducir esa salida de producto que afecta notablemente a sus resultados globales. Uno de los más inmediatos sería reducir el volumen de producto vendido en los países de menor precio, ajustándolo a las necesidades estimadas de ese mercado.

El problema con este procedimiento, que limita el volumen de producto puesto en circulación, es que puede llegar a producir desabastecimiento en algunas áreas geográficas (especialmente si continua el desvío de medicamentos al exterior) de forma que consecuencias del conflicto alcanzarían al consumidor.

Finalmente y por no alargarme demasiado, habría que preguntarse cómo incidiría la implantación de un sistema de trazabilidad en esta problemática. Principalmente lo que haría sería aportar transparencia a la circulación de productos, ya que permitiría conocer y controlar (cuando sea necesario) los flujos de medicamentos a un nivel de detalle muy preciso. ¿A quién puede interesar esto? Al consumidor, sin duda.

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